me devora el fuego
sin una lengua que le abra camino
de la tierra
a mi pecho,
por la nítida presencia
de tu nombre desnudo;
despojado de ti,
por la nítida soledad
(ni siquiera quedó el sabor
que dejabas
en las sábanas)
se llevó todo
y lo llevó a un molino
de agua.
no te despediste, y ahora
la gangrena se come vivos
mis tejidos
con la voracidad con que tú
le enseñaste a desencajarme
...
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