5.8.10

asesino serial


Es que antes de matarla, la miraba. La miraba, tanto como el beso más fugaz que me he bebido. Hice trampa y me acomodé donde no pudiear verme (hace falta tan sólo un descuido, un rasguñito en el aire que nos eche todo por tierra). Quise imaginar lo que significaba su sonrisa apenas tocando sus labios, pero cuando se trata de ángeles me falta la imaginación, me falla, me agarra una zozobra que parte por la mitad toda la pose que pudiera tener en el momento. Me gusta y no me gusta mirarla sin que lo sepa, es un tanto como espiar a alguien por entre las cortinas o, pero aún, por la chapa de la puerta. Sería todo mucho más sencillo si, por ejemplo, tropezara con ella. Así podría mirarme enojada, con sus ojillos tornados con esa impaciencia que le va tan bien a ella (sólo a ella) y podría tenerla sólo para mi, tan apartada de su cielo que apunta para lluvia justo ahora.
Qué quieres que te cuente, excepto lo que no pasó. Allí está la verdadera acción. Allí estamos ella y yo (naturalmente, en medio de una muchedumbre sin rostro, sin posibilidad de actividad más allá de la de estar y presenciar la escena), tan inconscientes, tan distraídos de nuestra mutua existencia que nos pasa el accidente perfecto. El accidente cuasimortal donde ella está al borde de la muerte y yo la regreso de este lado. De mi lado. O el momento en que regresan muy lozanos los muertos de su sitio y uno a uno son regresados nada menos que por mi hasta sus catacumbas monstruosas que hacen que se desmaye más de una de las transeúntes sin rostro. Para qué te cuento lo que sí pasó, el triste proceder normal, tan común como tréboles de tres hojas o perros con cara de tristes. No hay nada de nuevo en su nombre, en su sonrisa (ya no es nuevo luego de espiarla tan abusivamente detrás de unas hojas); ya qué queda de esa desnudez que privaba en capturar en el momento exacto sus ojos, un instante antes de permitir que las miradas se cruzaran y cayera abajo todo el perfecto accidente. Pasó de un momento a otro del ángel anónimo a ser cualquierchica de la escuela, con cualquierpasado y cuasicualquierhistoria que contar. Así es como maté a un cierto ángel para convertirlo en cualquier persona.