12.1.10

Exilio



Ven, acércate. No te haré daño. Acércate a donde puedas verme. Yo llevo una vida observándote, adivinando tus movimientos, cada temblor de tus manos. Es hora. ¿Te asustan las cicatrices? El animal que las hizo duerme lejos de aquí, quizá para siempre. Siente ese relieve de las heridas antiguas, mira hasta dónde llega su trazo. Debajo, está el corazón.

Tienes la mirada demasiado viva, casi escucho la voz inquieta que te atormenta, la que no te deja vivir en un camino desconocido. Te conozco demasiado bien como enigma, pero no como respuesta. Podría memorizar los caminos de tu piel sin saber su destino y contarte cada respiración ignorando para siempre los nombres, los momentos. Puedo sentir tu respiración cerca de mi piel, pero no tiene destino.

Conoces demasiado bien la soledad, tienes las marcas del mutismo, de la espera. Es como la piel que no apenas conoce el sol y se marchita en una enfermedad blanca. Conoces también el vacío y la no-existencia. Ahora dime, ¿cuál es tu nombre como flor?. ¿Cuál tu hora?.

Vámonos mientras la benigna sombra de una luna dormida nos ampare; vámonos siguiendo el compás de esa pequeña danza que se aletarga debajo de tu pecho, a donde la muerte no pueda vernos y los dioses olviden que nos crearon. Huyamos a donde se nos olvide que pasa el tiempo, hasta que dejes de tener frío,

tan sólo, un poco de sueño.

6 comentarios:

  1. Interesante pregunta. De hecho lo puedo perdonar casi todo menos la hipocresía y la traición. Paa mí, un traidor no se merece la muerte sólo sufrir el daño que causa el doble de intenso para que no vuelva traicionar. Pero un asesino, son cosas mayores. Tal vez sería ponerse en su lugar si muere, pero es que alguien que mata a una persona no se merece perdón de Dios, aunque Él se lo de. No lo mataría, lo castigaría, pero si tuviera que hacerlo, bueno, empezaría por desangrarlo, ya sabes. Jajaja. Así que ya sabes nunca me han de tricionar o ser hipócritas conmigo pues soy muy peligrosa. Pero tranquilo, mis colmillos están preparados para todo y , aunque evitaría matar a un asesino ( por ideales), hundir lenta y todo lo dolorosamente que se pueda los colmilos e n su blanda piel para que sienta el dolor de su víctia sería un buen comienzo Sólo te pregunto una cosa ¿ Qué crees que sería mejor convertirlo o dearlo morir?

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  2. Yo temo más a la vida, aunque viva. La muerte se que espera y espera pero es que en la vida de 100 sorpresas que tienes 90 son desagradables. La sombra de la muerte te protege, pero en la vida estás a la luz, luego desprotegida.
    Besos.

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  3. Creo que vale correr el riesgo de vivir, aunque no tema a la muerte, porque, como antes te comenté la mayoría de cosas que pasan son taicioneras, pero vale la pena esperar alguna buena como reencontrarte con un amor perdido.
    Respecto al tiempo, hay que obligarlo, hay que domesticarlo. Yo soy muy minuciosa y calculadora, podría decir fría, por esa razón. Las desgracias te llegan solas y como dijo Shakespeare todas juntas, por eso hemos de manipular el tiempo y no dejarnos caer en manos del destino.

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  4. Los mártires. Desde luego ningún problema tengo con ellos. ¿Y tú? ¿Qué tiene de malo sacrificarse por el bien de la gente o de lo que amas? Me merecen mucho respeto. Pero creo que yo no podrìa llegar a ser una mártir.

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  5. Sí que lo tengo, es de Becquer y está en mi blog. Es la entrada del año 2009, Rimas y Leyendas. Lo es, no por mí sino por una antigua a amiga que fue todo lo mejor y porque refleja su belleza interior y exerior porque era muy guapa. El tiempo nos ha separado.

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  6. No dejas de producir frases sensuales. Quise entregarme a la inercia de acusar a tu texto de ocioso, pero en verdad tus palabras se leen sobre a piel de nuestra propia ansiedad, nos insiste su aroma, sus trémulas secreciones. No es narrativa, es poesía; pero evidentemente no cabe en verso. Considero pertinente revisar más prosa poética, a mi me emociona mucho Adan y Eva de Sabines. No me convence del todo, creo que hay demasiado impulso; quizás me da envidia tu lirismo y quiero condenarte a matarlo en horas-nalga hasta que quepa en el estándar y los formalismos... No puede gustarme, Lobo, pero me vuelve a hablar su olor y entonces quiero ser cómplice y robarme tus palabras para decir por lo bajo, con miedo a ser escuchado: "vámonos siguiendo el compás de esa pequeña danza que se aletarga debajo de tu pecho, a donde la muerte no pueda vernos y los dioses olviden que nos crearon".

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