5.1.10

Diario interrumpido


Sucede en las noches, como si respirara la oscuridad o sólo pudiera estar en vigilia durante las pocas horas que se arrastran penosamente entre el inicio y el fin de la vida diaria; en ese rato en el somos quienes debemos ser.

Finalmente, sucede ese encuentro tan ineludible con los mismos ojos que evitamos a lo largo del día bajo el maquillaje del tiempo y la vida real.

Llega entonces esa otra voz que nace en una parte desconocida pero que llega certera y limpia a lo más delicado de nuestros sentidos, y ni siqueira es necesario que nos llame por nuestro nombre, tan sólo tocar ese interruptor en la pared que apaga el día y enciende la noche. Te cuenta tu propia existencia como si fueras un observador pasivo, un dios omnipresente y al mismo tiempo tu creación. En ese momento no hay hombre, hay un dios convertido en un juez caprichoso para su propia realidad tibia, hecha a la medida.

Repite los nombres conocidos y siempre calla antes de decir los que esperamos, revuelve las lágrimas y acaricia la piel con delicadeza, como ciertos enamorados que obervan a sus personas de deseo mientras duermen, las besan delicadamente y guardan para si el único beso que puede ser singular, tanto como quien siembra anónimamente una flor para no saber de ella nunca.

1 comentario:

  1. Voy a apagar la luz para pensar en ti... otra vez Álvaro Carrillo. Qué envidia, Lobo, que el encuentro con tu verdadero tú sea con un dios-hombre wagneriano, tus noches me las vendes épicas con voces resonando quién sabe desde dónde; acá la cosa es más modesta, al terminar la farsa empieza la comedia con personajes simples y rusticanos (jaja) que cantan tragedias, no vencieron a nadie, les quitaron las coronas antes de haber nacido, nunca serán nobles pero parece que no son incapaces de sentir o sencillamente son adictos a dramatizar....

    Por esto y por lo que quieras, acusaré de pretencioso este texto, es cierto, es tramposo y embaucador, nos habla suave al oído... pero la caricia de las sábanas me sabe tanto a tierra, quizás sea que las he apestado de pasarme el día entero arrastrándome. Se me antojaba una voz más mundana, quizás extraño al dragón urbano. De cualquier modo llama la atención este lobo onírico y no suena mal, se agradece esta prosa despojada de demonios decimonónicos; este ligero clericot se pasa sin mayor problema, es comodín, para un abanico amplio de paladares, pero... probablemente no para los más exigentes, sin embargo, no deja de tener, por su puesto, ese aire afrancesado (mamón).

    El remate es simplemente bello, lo he visto en algún poema tuyo? si no, qué esperas?

    ResponderEliminar

take a post-it